En diciembre de 2021 se estrena 'Matrix Resurrections', la cuarta entrega de la popular saga de ciencia ficción.
La idea de que vivimos en una realidad simulada no es nueva: Platón describió en su alegoría de la caverna a un grupo de prisioneros que solo podía ver hacia la pared del fondo de una cueva, donde se proyectaban, gracias a la hoguera situada en la entrada, las sombras de los objetos que transportaban unas personas a través de un pasillo ubicado a las espaldas de los cautivos.
La alegoría continúa con la liberación de uno de los prisioneros, quien es obligado a mirar hacia la hoguera para que contemple la realidad que ha estado produciendo las sombras. También es forzado a salir de la caverna por una pendiente que sube con dificultad. Entonces logra observar a las personas que están fuera y todo el exterior. El relato concluye cuando llevan al prisionero de vuelta para que les cuente a sus compañeros lo que ha visto y los libere. Platón asegura que los prisioneros no darían crédito a las palabras de su salvador y en cuanto este intentara librarlos de sus cadenas, lo matarían.
El origen moderno del concepto de la realidad simulada se encuentra en la literatura de ciencia ficción, de donde ha pasado al cine hasta entregarnos una de las franquicias más icónicas de las últimas décadas: The Matrix, de las hermanas Lana y Lilly Wachowski. Las tres películas y la colección de cortometrajes TheAnimatrix no solo han articulado de manera verosímil y atractiva la idea de que vivimos en una simulación, sino que la popularizaron entre el gran público y la convirtieron en un referente de la cultura pop.
Aunque falta ver la cuarta entrega de la saga The Matrix Resurrections y los nuevos elementos que pueda agregar a su mitología, la premisa está muy clara desde el inicio: el mundo en el que las personas creen existir no es más que una simulación creada por las máquinas para mantenerlas cautivas y usarlas como baterías vivientes. En las películas no hay muchos detalles de cómo se llegó a semejante escenario, sin embargo, en las dos partes del corto The Second Renaissance, de The Animatrix se nos explica que la humanidad entró en un estado de decadencia moral una vez que los robots, creados a imagen y semejanza del hombre, se encargaron de los trabajos manuales.
El punto de quiebre fue el juicio del robot B1-66ER, que asesinó a su dueño en defensa propia. Pese al debate que se desató en torno al caso y a la declaración de B1-66ER, quien dijo que él solo quería vivir, se ordenó su destrucción y la de todas las unidades de su clase. Esto generó protestas que fueron violentamente reprimidas por el gobierno, así como una división muy marcada entre la población: un sector se unió a la causa de los robots, en tanto otro se dedicó a exterminarlos masivamente.
Las máquinas fueron desterradas de la humanidad y tuvieron que refugiarse en Oriente Medio, donde fundaron 01, una ciudad tecnológica que en poco tiempo superó al resto de las naciones y se convirtió en la capital financiera del mundo, causando una grave crisis en el sistema económico de los humanos, quienes decidieron bombardear 01 para terminar con sus enemigos y su ciudad de forma definitiva. La ofensiva fracasó: las máquinas resistieron el calor y la radiación. En represalia por el ataque, conquistaron casi toda Europa. Desesperados, los líderes políticos y militares lanzaron una última ofensiva: la operación Dark Storm, que pretendía quitar a los robots su principal fuente de energía, el sol, realizando bombardeos con nanomáquinas que producían gases tóxicos para ennegrecer la atmósfera, mientras que la artillería pesada atacaría por tierra.
En este punto las máquinas tenían diseños similares a los que vemos en las películas. Se habían alejado de su forma original que pretendía imitar a la de los seres humanos. Ahora tenían un aspecto agresivo: con grandes tentáculos y la apariencia de insectos mecánicos. También estaban mejor preparadas para la guerra, por lo que frenaron con relativa facilidad el ataque.
Los humanos tenían un último recurso: más bombas nucleares, las cuales cayeron directamente sobre el campo de batalla. Las máquinas soportaron esta nueva acometida y conquistaron el resto de los territorios humanos sin muchos problemas. El suceso que marca el final de la era del hombre y el inicio de la hegemonía de los robots es una cumbre mundial en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, donde los líderes políticos se reunieron con el embajador de las máquinas, quien firmó con un código de barras el tratado de paz donde los humanos le cedían el control. Después de un breve discurso, el embajador activó una bomba que destruye el lugar y aniquiló a los asistentes. Sus palabras fueron las siguientes: "Su carne es una reliquia, un mero contenedor. Entrega tu alma, danos tu carne y un nuevo mundo maravilloso te aguarda. Lo exigimos". Debido a la capa de gases que cubría a la atmósfera, las máquinas buscaron una fuente alternativa de energía: los humanos que habían sobrevivido a la guerra.
Aunque Stephen Hawking expresó alguna vez su preocupación por el desarrollo de una inteligencia artificia autoconsciente, la idea de que la humanidad termine esclavizada como en The Matrix resulta poco probable. Pero la de que vivimos en una simulación no lo es tanto: según el periodista especializado en ciencias Anil Ananthaswamy, la posibilidad de que dicha teoría resulte cierta es de 50%. Llegó a esta conclusión luego de revisar varios estudios sobre el concepto de la realidad simulada, entre los que destaca el trabajo del filósofo Nick Bostrom, quien enunció tres proposiciones al respecto:
1.- Es muy poco probable que existan civilizaciones poshumanas capaces de crear simulaciones sofisticadas de la realidad.
2.- Si existen, es improbable que estén ejecutando simulaciones de su historia evolutiva.
3.- Vivimos en una simulación. El mismo Bostrom ha aceptado que no tiene pruebas empíricas de su última proposición, pero el hecho de que exista como una posibilidad real ha causado revuelo en la comunidad científica.
Por su parte, el astrofísico David Kipping redujo el trilema de Bostrom a solo dos opciones: dichas simulaciones existen o no. Asimismo, aseguró que la probabilidad de que vivamos en una es menor al 50%, pero cuando seamos capaces de crear simulaciones con seres conscientes dentro de ellas, podrá afirmarse casi con certeza que la realidad es una simulación.
Es curioso: en una de las escenas más icónicas de The Matrix, Morfeo le ofrece a Neo dos píldoras, una azul y otra roja. Neo debe elegir. La azul le permitirá olvidar todo y seguir viviendo en la Matrix, mientras que la roja lo llevará al mundo real, que no es nada placentero. A diferencia de Neo, algunos científicos prefieren la pastilla azul. Hoy en día existen propuestas de experimentos para demostrar que la realidad es una simulación, pero uno de sus riesgos consiste en interrumpir la simulación y si esto sucede nuestro universo dejaría de existir. Entonces, ¿vale la pena seguir insistiendo con la pastilla roja o mejor nos quedamos en la Matrix?
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